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48 Ciclos: De la Tiranía del Reloj al Ritmo de la Vida
La confesión de un ingeniero: Cómo dejé de “arreglarme” como una máquina para empezar a vivir como un ecosistema.

La semana pasada dibujé la última cruz.
Completé mi "sistema de las X" con una vuelta al sol entera de disciplina ininterrumpida.

Si miras mi planilla, ves éxito: un año de escritura constante y un cuerpo de triatleta listo para competir. El ingeniero que vive en mi sonría satisfecho: “Objetivos cumplidos. Eficiencia 100%”
Hoy cumplí 48 años. Y aunque los números cierran, algo dentro mío dejó de encajar.
Cuando la disciplina se vuelve una cadena
Durante meses, pregoné que la disciplina es libertad. Y lo sostengo: hacer lo que debes hacer te libera de la ansiedad futura.
Pero al mirar esa fila interminable de cruces rojas, me di cuenta de una ironía visual: una X al lado de la otra se parece demasiado a una cadena.
El atleta disciplinado y el ingeniero estructurado me convirtieron en una máquina de eficiencia. Pero las máquinas tienen un problema. Son frías. Son rígidas. No sienten.
Me encontré trasladando esa rigidez de "lista de tareas" a lugares donde no pertenece:
Interrumpiendo muchas veces al otro, imponiendo ideas.
Charlando con pares, donde se requiere empatía, no optimización.
En una tarea escolar con mi hijo, donde se requiere paciencia, no eficiencia.
Y últimamente a tercerizar algunos pensamientos con la IA, un arma tecnológica de doble filo.
Me di cuenta de que me estaba robotizando.
La auditoría del lenguaje (o cómo me di cuenta de que parecía un Mecánico)
Analizando mi propia forma de escribir y hablar, descubrí un patrón revelador (porque como pensador sistémico te convertís en un detective de patrones).
Incluso cuando hablaba de regeneración, usaba palabras de fábrica: blindar, optimizar, reprogramar, sistema operativo, atomizar. Hace poco escribí sobre cómo reprogramé mi cerebro, sin darme cuenta de que al usar esa palabra, me estaba tratando a mí mismo como un software y no como un ser vivo (salvando las distancias de como sirve hacer analogías).
Mi boca hablaba de biología, pero mi mente seguía en la Revolución Industrial (y ahora Tecnológica).
Estaba tratando de “arreglar” mi vida como si fuera un motor roto, en lugar de “cultivarla” como si fuera un jardín. Como exploramos en la diferencia entre Mecánicos y Jardineros, si tratas a las personas como máquinas, solo generas resistencia. Y el lenguaje no es inocente: las palabras que usamos crean los lentes con los que vemos el mundo. Si hablo de guerra y blindaje, vivo a la defensiva. Si hablo de ritmo y suelo fértil, vivo en crecimiento y desarrollo.
La contradicción necesaria
Tal vez estés pensando: "Pero Mariano, ¿no decías hace dos meses que había que ser estricto con los objetivos?"
Sí. Y aquí es donde abrazo mi propia contradicción.
“¿Que yo me contradigo? Sí. Y, ¿qué? Soy inmenso, contengo multitudes.”
No es soberbia; es metamorfosis.
Evolucionar requiere, obligatoriamente, dejar de ser quien eras. Sumar saberes, integrar experiencias y tener la humildad de decir: "Esta herramienta me sirvió hasta acá, pero para llegar a donde voy, necesito otra" (“herramienta” es de mecánico, ahora preciso otra “práctica”, “ritual”, “habilidad”… palabras más humanas).
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Del Tiempo Cronometrado al Tiempo Justo
El gran cambio de estos 48 años no es dejar de hacer cosas. Es entender que la meta ya no es acumular más logros, sino pasar de crecer a regenerar. Porque cuando entendés que el tiempo es finito, la prioridad cambia.
Seguiré marcando mis X. Seguiré entrenando. Seguiré escribiendo.
Pero cambio la intención y el ritmo.
Vivimos bajo la tiranía del tiempo cronometrado (Chronos), herencia de la era industrial que nos exige ir siempre más rápido. Pero la naturaleza no se apura. La naturaleza opera en el tiempo justo (Kairos).
Ser revolucionario hoy, en un mundo de dopamina y aceleración, tal vez sea atreverse a ser lento.
Ojo, no lento por pereza. Lento por consciencia.
Es la capacidad de desacelerar para estar presente (sólo acelerar cuando sea necesario).
Gracias a la auto-observación (una habilidad que, como dice Eckhart Tolle, nos permite separarnos de nuestro ego y vernos desde “afuera”) entendí que no soy el personaje eficiente que construí. Soy la consciencia que observa a ese personaje.
48 Ciclos
Empiezo esta nueva vuelta al sol con una promesa diferente.
Menos máquina, más organismo.
Menos control, más ritmo.
Porque al final:
“Somos naturaleza teniendo una experiencia humana.”
Y a la naturaleza no se cronometra. Se la vive.
Gracias por estar ahí (no sé si seguiré contando las semanas como hasta ahora…)
Micu
PD1: Sobre tu propia voz
Mucha gente me dice: "No escribo porque ya está todo escrito. Ya todos hablaron sobre el tiempo, la disciplina o la naturaleza".
Ese es un error de concepto. Confundís Temas con Miradas.
La información hoy es un commodity; es gratis y abunda. Lo que es escaso (y valioso) es tu perspectiva. En esta newsletter hablé de temas universales, pero lo hice bajo mi propia mirada, filtrada por mis 48 años, mis errores y mi evolución.
Si te leen, no es por el tema. Es por cómo VOS ves el tema. Nunca subestimes el valor de tu propia mirada. Ah y la información nunca es gratis. Porque consume tu tiempo, que es tu vida. Lo más valioso, no? (jamás confundir precio con valor).
PD2: Sobre la imagen de la portada
Para las portadas de las newseltters siempre trato de buscar fotos mías, ya que fortalecen la narrativa de mi punto de vista a través de mi historia.
El reloj de arena representa el tiempo que fluye, no el que se "marca" mecánicamente. Es gravedad, es arena, es natural.
En esta newsletter hablo de "auto-observación", de "mirarse desde afuera" y de "auditarse". En esa foto, con el reflejo literalmente me miro a través del tiempo. Es una metáfora visual de mi proceso de introspección.
Se me ve (borroso, distorsionado, pero humano) dentro del flujo del tiempo. Rompe con la frialdad de una máquina.
Me gustó también porque tiene una cualidad onírica y artística que encaja con mi voz de "Filósofo/Jardinero".
PD3: Lo esencial es invisible a los distraídos
En mi cumple salí a correr. Y me sentí muy liviano. No sólo de peso, sino mental y emocionalmente.
Son 48 años desde que nací. Pero desde la mitad de la vida, la mirada cambia: ya no miro cuánto acumulé, sino cuánto me queda por entregar.
Dejé de sumar años para empezar a destilarlos.
No se trata de acumular más sin sentido, sino de vaciarse de lo que ya no nutre. Es como una poda necesaria: cuando nos liberamos de culpas, prejuicios, comparaciones y creencias obsoletas, la carga desaparece. Se vive más liviano. Se entra en flujo con lo esencial.
(En el borrador había escrito "invisible a la gilada", pero lo cambié por "distraídos". Estoy en modo compasivo, sobre todo conmigo mismo. Porque al final, el lenguaje que usamos para juzgar al mundo es el mismo con el que nos juzgamos a nosotros).


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La información compartida en este post tiene fines informativos y no debe considerarse como asesoramiento profesional en temas de salud, finanzas, legales, psicológicos o de cualquier otra índole. Antes de tomar decisiones importantes, consulta con un especialista calificado o realizá tu propia investigación.